El Juicio Final de Miguel Ángel. Haz clic en la imagen para ampliarla.
El genial Miguel Ángel Buonarroti no podía imaginarse que casi cinco siglos después de haber pintado la capilla Sixtina fuera visitada cada año por seis millones de personas, pero tampoco que justo después de su muerte, el papa Pío IV, ordenara cubrir los genitales de las figuras de su célebre Juicio Universal con telas pintadas. Fue un mal menor, inicialmente pensó en destruirla.
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