
Pareciera para quien no está familiarizado, que un cuaderno no es algo de importancia, pero para quienes gustamos de escribir, un cuaderno nos puede dar la inspiración que andábamos buscando. Y no es que haga menos las ventajas de los cuadernos tecnológicos como Pages o el clásico Words Office, o la gran alegría que proporciona sacar la Lap top, la Tablet, el iPad o la Mac Book, para darnos un toque de personalidad extra muy contemporáneo y por supuesto caché; pero también, para los que hemos usado cuadernos, la mayor parte de la vida, la sensación que da el tocarlos, abrirlos, olerlos incluso, proporciona una dicha muy especial. Tal es mi sensación ahora; justo porque estoy en el proceso de la creación de algunos personajes que no he logrado concretar. Dicho lo anterior, ayer mi esposo trajo dos cuadernos a casa: una agenda y una libreta para notas de viajero. Yo escogí la segunda. Me ha gustado mucho desde el color de sus hojas rayadas y muy ligeramente de tonos amarillos; su aroma, el sonido y la textura de sus páginas al pasarlas.
Mi cuaderno nuevo es además, del tamaño perfecto, es como un iPad mini, o sea que es muy práctico de llevar. Estoy muy contenta y ya comencé -por cierto- con la creación más profunda de mis personajes inacabados.
Y cierto es, mis queridos amigos, que un simple cuadernillo, una pluma de punto fino, o un lápiz bien afilado, pueden ser el gatillo disparador, para dar inicio al proceso creativo de escribir; así como lo sería un lienzo en blanco, unos pinceles o unos óleos nuevos o despanzurrados para invocar a que las musas deseen asistir al maestre pintor…