Buscando en mi biblioteca, algo para entretenerme; me encontré un viejo libro llamado «Antología impersonal» de Eduardo Lizalde. Un compañero de la ENPEG, La Esmeralda, me lo obsequió, cuando estudiábamos juntos la Lic. en Artes Plásticas; en 1987; añadiéndole unos dibujos de su imaginación, en acrílico color negro.
Yo guardé el libro y por muchos años me olvidé de él; ahora lo retomé y me sorprendió su lectura.
Al gran poeta, Eduardo Lizalde lo he escuchado ya varias veces haciendo recomendaciones de libros en la radio y de hecho, le presté más atención cuando lo oí comentar acerca de uno de mis autores favoritos, «Francisco Tario», otro de los tesoros nacionales olvidados por la misma nación… aunque ha sido retomado hoy por algunas editoriales. (¡Magnífico!)
En fin, regresando al Señor Lizalde, tan sólo les cuento que ha tenido una carrera singular y ciertamente reconocida entre los intelectuales y literatos mexicanos. Su biografía y todo eso, si quieren ahondar en ella; la pueden encontrar en la web.
Bueno, anoche, comencé y terminé su Antología, que fue publicada en 1986, por una interesante serie que sacó la SEP (Secretaría de Educación Pública) llamada Lecturas Mexicanas, en apoyo a autores del país, en cuanto a ciencia, arte, historia, letras y varios temas afines.
Así, lo que reencuentro en dicha obra; son poemas fuertes, de tal maestría que conforme los fui leyendo, eran como flechazos a mi cerebro; sus palabras que parecían frágiles, comunes (algunas de ellas) decían verdades terribles y hasta crueles… Otros poemas son de singular ternura. Su obra es de una intelectualidad y sensibilidad arrolladoras y de una sencillez, que nos lleva a la comprensión de las verdades del ser humano, sin mayor problema para el lector. Lo que sí creo, es que hay que leerlos con detenimiento, porque nos dirigen hacia la reflexión. En la contraportada del libro, hay un comentario sobre una idea de Nicolai Hartmann, quien dice, que si un espectador que mira una pintura de Holbein, es superficial en su formación; tan sólo verá en la pintura las formas básicas y elementales que componen la obra; en sí verá un retrato; pero si el espectador es alguien con mayor cultura —y yo agregaría observador y con gran sensibilidad también— verá en esa misma pintura, todo un universo… La idea me envolvió por completo, y me dejó en claro tantas cosas que hoy mismo, tuve que sentarme a escribir todo lo dicho. Les comparto la imagen de la contraportada en la que podrán leer con exactitud la idea de Hartmann. y les dejo una foto improvisada, tomada de la web, de la pintura de Holbein, El Joven; para que se den una idea de lo que nos quieren compartir con el texto.